Lamborghini Veneno
Lamborghini cumple 50 años y lo ha festejado con el Veneno. Sin duda, el mejor coche fabricado en su historia. Sólo se fabricarán tres unidades, que ya han sido adquiridas por dos
compradores americanos y un árabe. El desembolso, tres millones de euros
sin impuestos, hace de este coche el más caro del mundo desbancando al W Motors Lykan Hypersports.
El nombre escogido se basa en el mundo del toro, que por algo es el logo de la marca. Así, Veneno fue uno de los bravos más fuerte, agresivo y rápido de la historia. También el coche tiene ‘mala leche’, aunque en este caso procede del motor V12 de 6,5 litros de capacidad y 750 caballos,
en el que se ha mejorado la termodinámica, incrementado el régimen
máximo y reducido la contrapresión del escape. Este propulsor va asociado a un cambio de siete velocidades que se puede configurar en cinco modos y transmite la potencia a las cuatro ruedas. Las prestaciones apabullan: acelera de 0 a 100 en 2,8 segundos y la velocidad máxima es de 355 kilómetros por hora.
No obstante, el Veneno es todavía más espectacular por sus formas,
nada gratuitas, y por los materiales. De modo que su carrocería repleta
de apéndices, tomas de aire, difusores o alerones (incluso uno de tipo
tiburón que prolonga la cubierta del motor) resulta un prodigio de la
aerodinámica. Se busca, sobre todo, incrementar la adherencia del vehículo a muy alta velocidad, en las curvas y en frenada y refrigerar al máximo elementos como el motor o los frenos.
Las llantas, de 20 pulgadas delante y 21 detrás, llevan
perforada la parte más externa del anillo, lo que permite crear una
turbulencia que refrigera los discos. Y eso que se trata de unos
carísimos discos carbono cerámicos. Como en los coches de competición,
las llantas van sujetas por una sola tuerca mientras que las suspensiones son del tipo pushrod, como en los monoplazas. Lamborghini, experta en el empleo de materiales de última generación,
ha aplicado esos conocimientos construyendo tanto el chasis monocasco
como la carrocería en fibra de carbono, añadiendo
aluminio para los subchasis delantero y trasero, mientras que en el
interior se ha patentado el empleo de otros nuevos para la construcción
de los asientos o para los revestimientos de todo el habitáculo. Se
trata de un tejido de fibra de carbono que se
empapa con una resina especial que estabiliza la estructura de la fibra,
pero la hace muy flexible, de modo que se ajusta a cualquier forma y
ahorra kilos.
En cuanto al diseño de la propia cabina, el cuadro de instrumentos ha sido completamente rediseñado para parecerse al de un coche de carrera. El uso sistemático de fibra de carbono consigue dejar el peso en seco en sólo 1.450 kilogramos,
incluyendo un equipo de seguridad con varios airbags y control de
estabilidad programable. Simplemente, Lamborghini.
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